"Después de conocer al Gran Conrad, Hipólito quedó estupefacto. A partir de ese momento decidió dedicarse de lleno al arte de hipnotizar. Quiso aprenderlo solo, así, como si fuera fácil. Pero pronto entendió que para conseguir ser el mejor, más le valdría estudiar a los grandes hipnotizadores del mundo: Ojos Dulces, el Gran Vladimir y Chu-Tse-Tse fueron sus maestros de vida. Su familia y amigos, un experimento personal". Page 4 of cover.
This resource is supported by the Institute of Museum and Library Services under the provisions of the Library Services and Technology Act as administered by State Library of Iowa.